Especial para CLARIDAD

 

El gobernador Aníbal Acevedo Vilá hizo una denuncia importante sobre el carácter selectivo, con fines de persecución política, de la investigación que ha realizado la fiscalía federal en San Juan contra él, sus allegados y el Partido Popular Democrático como organización.

“Hace tiempo”, afirmó el primer ejecutivo del país, “que esta investigación dejó de ser por la búsqueda de la verdad.” Se ha quedado corto en su apreciación Acevedo Vilá. No es que hace tiempo haya dejado de ser una pesquisa en busca de la verdad. Es que nunca lo ha sido. Y no es que esa conducta chanchullera de la fiscal federal de turno sea particularmente suya, por sus vínculos con Carlos Romero y con los Republicanos de aquí y de Estados Unidos. Eso podría ser, en todo caso, un factor agravante en la actuación politiquera de la señora fiscal.

La verdad histórica es y ha sido siempre, que el gobierno de Estados Unidos, su Departamento de Justicia, el FBI, y todo el aparato represivo imperial, que aquí se disfraza con el apelativo eufemístico de gobierno federal, ha utilizado el chantaje como arma preferible para reducir a la obediencia a los principales dirigentes criollos del país.

En más de una ocasión, ese chantaje ha servido el propósito con el que se le realizó. Tal fue el caso, ya comprobado históricamente, de cuando el FBI chantajeó al entonces presidente del Senado de Puerto Rico Luis Muñoz Marín, también presidente a la sazón del Partido Popular Democrático. Muñoz había viajado a Wáshington en su calidad de presidente senatorial y llevaba una agenda de gestiones dirigidos a procurar la descolonización de Puerto Rico. Iba equipado con una resolución unánime de la Asamblea Legislativa requiriendo esa descolonización, a más tardar al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Lo acompañaba su esposa (entonces sin papeles matrimoniales) y en ese hecho se basaron los agentes del FBI para amenazar a Muñoz con una posible acusación por violación a la Ley Mann, que prohibía viajar de un estado o territorio a otro de Estados Unidos con una mujer que no fuera su esposa y hospedarse en una habitación en cualquier hotel como pareja. Amenazado por ese chantaje, Muñoz inició el rumbo regresivo de su gran viraje sobre el status político de Puerto Rico, que tuvo su punto culminante en los artículos suyos publicados en “El Mundo” bajo el título “Nuevos Caminos hacia viejos objetivos”. Fue en esos escritos, de 1945, que por primera vez, públicamente, Muñoz se aparta de su adhesión a la independencia como meta en la descolonización de Puerto Rico y empieza sus lucubraciones y ambigüedades en el rumbo de sus ideas políticas.

Ahora Acevedo Vilá ha declarado que no va a dejarse chantajear. Eso es lo más importante de su declaración del pasado lunes. Ya hoy (martes) empiezo a escuchar el diálogo de políticos y analistas sobre la conferencias de prensa del gobernador Desafortunadamente, veo que la discusión sigue el mismo curso habitual del politiqueo tribalista. Casi todos los opinantes le dan énfasis al análisis de si el gran jurado va a acusar a Aníbal o alguno de sus allegados, o al Partido Popular, y si el gobernador dijo lo que dijo porque sabe o no sabe lo que va a decidir el gran jurado.

Nada de eso debe preocupar, ni ocupar, la atención del movimiento independentista en su conjunto, ni tampoco de los que tenemos en común la lucha por la afirmación  de la nacionalidad y la soberanía de Puerto Rico. Lo importante es tomar ventaja de la coyuntura para hacer avanzar la comprensión general del pueblo sobre el carácter opresivo del sistema colonial que Estados Unidos impone a Puerto Rico, en violación del derecho universalmente reconocido de todas las naciones a su libre determinación y su independencia.

No perdamos de vista que, entre los factores principales de la persecución “federal” contra el actual gobernador de Puerto Rico, está el hecho de que su gobierno protestó por el asesinato del patriota Filiberto Ojeda Ríos y solicitó formalmente al FBI que le suministre toda evidencia, documental y testimonial, que tengan en su poder sobre ese homicidio, sabiéndose que, aun dentro de las grandes limitaciones del margen autonómico de Puerto Rico bajo su presente status colonial, corresponde al gobierno del ELA, y no al gobierno “federal” el poder investigar, procesar y castigar a quienes cometan homicidios en Puerto Rico.

Todavía Aníbal está lejos de echar a un lado sus ideas que le inducen a validar el régimen actual. Pero, con sus declaraciones de esta semana, ha iniciado el camino hacia la rectificación del curso de esas ideas. Así les ocurrió a los padres fundadores de la república de Estados Unidos. Fue la suma estupidez de un loco que ocupaba la corona británica, que les ofendió gravemente con su desdén respecto a los derechos de las colonias americanas, lo que fue coagulando el espíritu revolucionario de aquellos hombres hasta culminar en la declaración de independencia del 4 de julio de 1776, redactada por Tomás Jefferson.

Tal vez Aníbal no llegue al nivel de Jefferson. Pero al menos, hasta ahora, no ha cedido al chantaje federal como lo hizo el fundador de su partido y del ELA, Luis Muñoz Marín. No seamos insensibles a estos hechos históricos. Es lo menos que amerita el gesto del actual gobernador.

 

13 de noviembre 2007