Especial para Claridad
El movimiento de liberación nacional de Puerto Rico es el tema subyacente de la película “Badge 373”, producida por la Paramount Pictures. La película trata el tema con toda la carga racista, libelosa y canallesca típica de Hollywood.
Como en las películas de vaqueros y las de Tarzán, el cheche es un blanco norteamericano y los villanos los puertorriqueños. El muchacho de los films sobre el Oeste norteamericano es siempre un cúmulo de valor y virtudes, mientras los indios son depositarios de todos los vicios y cobardías humanas. Así también se presenta en esta película. Un detective neoyorquino —blanco y yanqui— se enfrenta titánicamente a toda una red delictiva de boricuas en la cual se mezcla perversamente la actividad revolucionaria con el tráfico de drogas, el asesino y la mafia. El invencible detective yanqui, que se bate exitosamente con decenas de boricuas al estilo característico de las películas de Tarzán —solo que en el medio del ghetto puertorriqueño de Manhattan— empieza tratando de descifrar un crimen de que fue víctima un compañero de trabajo suyo y termina frustrando el envío de un enorme cargamento de armas que los boricuas estaban embarcando hacia la isla “para llevar a cabo una revolución en Puerto Rico”.
A lo largo de toda la trama, se entrelaza constantemente la actividad patriótica y revolucionaria con las más condenables prácticas mafiosas. A los puertorriqueños se les presenta como seres sucios, traicioneros y cobardes.
El dirigente revolucionario boricua de la película, a quien nombran Rubén, lo mismo hace un discurso fervoroso a favor de la independencia de la isla que planea una conspiración delictiva con un gánster —también boricua— que trafica en armas y en drogas. Su hermana es una prostituta drogadicta que, en medio de un arrebato antes de ser asesinada por su propios compinches, tendida sensualmente sobre la cama y en presencia del superdetective, da un viva a Puerto Rico libre.
Pero el propósito de relacionar la lucha independentista con todo ese mundo corrupto de la delincuencia no está meramente insinuado sino expresamente presentado. Y más aún, la relación la establecen específicamente con el Partido Socialista Puertorriqueño. En la escena donde Rubén aparece hablando ante una multitud enardecida de boricuas, se ve claramente la bandera y la insignia de nuestro partido. Detrás del orador se despliegan la bandera de Puerto Rico y la bandera roja con la estrella blanca. Más abajo, se ve parte de la insignia del PSP-MPI, observándose con claridad el puño y la parte inferior del círculo con la inscripción “Movimiento Pro Independencia”. A otro lado del salón hay una pancarta con la consigna “Despierta Boricua, defiende lo tuyo”, universalmente conocida como el grito de campaña del PSP-MPI. El discurso de Rubén es un enunciado típico de los argumentos que continuamente se levantan en nuestra tribuna.
No tenemos duda de que el Partido Socialista Puertorriqueño tiene una clara causa de acción por libelo contra la Paramount Pictures y contra la cadena de salas de salas de cine que está exhibiendo la película.
La película indigna a todo puertorriqueño que la vea y en general a cualquier persona normalmente sensible. Es una expresión típica de la mentalidad racista que permea a la sociedad norteamericana. Cuando la vimos en Nueva York el viernes pasado, los boricuas que estaban en la sala la chiflaron en varias ocasiones y manifestaron su protesta airada continuamente.
Ese empeño canallesco de relacionar al movimiento patriótico puertorriqueño con las peores lacras de la podredumbre colonial-capitalista no es iniciativa única de Hollywood. Las agencias represivas, tanto de Estados Unidos como de Puerto Rico, han estado continuamente fabricando esa conexión. Esta película es un intento más de ir condicionando al público a la infamia para eventualmente realizar la fabricación en grande.
Pero en verdad, la película no engaña a nadie. La nefasta trama es tan burda y ejecutada tan torpemente que lo que produce es una indignación general ante la afrenta.
Y hay un detalle muy significativo que no escapa a la comprensión de todos los que vean el film. El movimiento independentista y socialista puertorriqueño se ha ido convirtiendo ya en pesadilla del sistema en Estados Unidos. Hollywood le da el mismo tratamiento adulterado, perverso e irresponsable que le ha dado a los grandes acontecimientos históricos. No era de esperarse otra cosa. Lo importante es que empieza a ocuparse del tema, claro indicio de que esa lucha va impactando fuente en nuestros sojuzgadores.
31 de julio de 1973