En el cyber-espacio existe una frase que se ha hecho famosa. Esta frase dice así: “no importa cuándo leas esto”. Entre los cyber-nautas se usa esta jerga para mostrar irrelevancia del momento en que se accede un dato -en cuanto a tiempo y espacio se refiere. Acuño la frase para referirme a que independientemente si hablamos del coloniaje sobre Puerto Rico durante la segunda mitad del siglo XX o si nos referimos al que recae sobre nuestras espaldas actualmente, como el capitalismo de la era de la Junta, la colonialidad e imperialismo, aunque con sus matices, han sido prácticamente invariables. ¡Los trabajadores están en huelga; estudiantes cierran los portones; las mujeres exigimos el fin del patriarcado! - todo esto se escucha constantemente y no es que la historia se repita, porque no se repite, pero es que el colonialismo permanece, no como si nunca, sino como si siempre.

Uno de esos matices es la modificación colonial de 1952, o “Estado Libre Asociado”. En aquel momento el estado intentó legitimarse a través del consentimiento de los puertorriqueños mediante ejercicios plebiscitarios e implantación de leyes represivas y anti independentistas como La Mordaza, creadas exclusivamente para impedir la búsqueda de la libre determinación. La Revolución Nacionalista, el ataque a Casa Blair y al Congreso son ejemplos del espíritu combativo de la década. Ante aquel escenario represivo dentro del contexto de la Guerra Fría fue necesario la renovación no solo del ideal sino de las acciones que encaminaran de nuevo una política emancipadora. Esta renovación no solo surge en respuesta al nuevo escenario colonial que imponían en Puerto Rico, sino que respondió también a la intervención imperialista liderada por Estados Unidos y sus aliados.

Es entonces que se va formando un independentismo divergente del electoral ya existente, que entendió ese contexto como una posibilidad de cambio. En todas esas corrientes de lucha estuvo involucrado desde muy joven, directamente o por inspiración, Juan Mari Brás. ¿Pero, a cuál Mari Brás me refiero? ¿Al estudiante contestatario que se atrevió a retar la administración universitaria de Jaime Benítez al invitar a Pedro Albizu Campos recién salido de la cárcel? ¿Acaso me refiero al padre, esposo y hombre de familia, huérfilo a causa de uno de los rostros del coloniaje? ¿Al político que organizó un movimiento independentista de pueblo y fundador de partidos políticos en defensa del subalterno? ¿Del periodista que fundó un periódico contra-hegemónico, “CLARIDAD, ¿El periódico de la independencia”? ¿Al jurista, que tuvo las agallas de confrontar el sistema colonial renunciando a la ciudadanía estadounidense, y que insistió todos los años en las Naciones Unidas como detractor del colonialismo y portavoz del derecho inalienable a la independencia patria?

Me refiero al Juan Mari Brás que se enfrentó directamente, con sangre y tesón, a cada uno de los instrumentos represivos del estado, porque, así como se adelantan los métodos de lucha, el Imperio ejerce su dominio de manera cada vez más violenta y hay que confrontarlo. La represión institucionalizada desde la Policía de Puerto Rico y su División de Inteligencia, junto al apoyo logístico del FBI y la CIA sí lograron infiltrar, conspirar, desarticular y casi frustrar muchos de los esfuerzos de los movimientos de avanzada antiimperialista. Sin embargo, la única manera que tuvo el Imperio para golpear al patriota ni si quiera fue en el campo de las ideas. Los ataques a la cede de Claridad y la despiadada represión vivida no se comparan con el brutal intento de romper y corromper a un hombre desde sus entrañas asesinándole a su hijo. Su valentía y amor patrio dejaron de manifiesto el envolvimiento del Hombre Nuevo y su lucha.

Las luchas de liberación de las colonias africanas, la Revolución Cubana, así como la lucha del heroico pueblo de Vietnam sirvieron de inspiración para su indoblegable vocación revolucionaria. Siguiendo las metafóricas palabras de su hijo Raúl “Ese Alfonso Beal lo enterramos en este cementerio con Juan Mari Brás”, no sorprende que este Hombre Nuevo haya capturado en su esencia los nobles ideales libertarios de Ramón Emeterio Betances y Pedro Albizu Campos, primero, como un homenaje a ambos líderes que respaldaron y avivaron la lucha armada independentista, y segundo, como una continuación de una gesta histórica que no es ex nihilo. Alfonso Beal es más que una representación poética ideológica, constituye una fórmula táctica de una famosa praxis libertadora que se une en el continuo del tiempo.

Cada momento histórico es distinto al otro, aunque todos están vinculados por la espina dorsal que representa nuestra lucha patriótica. La de ahora responde a la infame corrupción que nos ha azotado por décadas y que explotó el pasado Verano del ‘19 frente a los portones de La Fortaleza. Todas las manifestaciones de lucha, principalmente la armada, como legítimo constructo universal, desarrollan sus propias herramientas de combate. La del Verano constituye un episodio civil, pacífico y principalmente de juventudes, en contraste con las expresiones incendiarias que llevaron a cabo organismos anti-sistémicos como los Comandos Armados de Liberación (CAL) en la década de 1960. Ellos, los CAL, se formaron en respuesta a la ausencia de poderes para ejercer libremente como nación; en objeción a los monopolios absentistas y también como rechazo a colocar los medios de comunicación en manos extranjeras. Nuestro país perdía las tierras cultivables que habían pasado a manos de desarrollistas norteamericanos y los CAL lo denunciaron. En sus comunicados, todos publicados en CLARIDAD, evidenciaron cómo nuestros empresarios y pequeños comerciantes quebraron económicamente ante el empuje del capital estadounidense y cómo nuestros jóvenes en edad productiva se veían obligados a emigrar a Estados Unidos empujados por el desempleo, mientras que otros fueron obligados a ingresar a las fuerzas armadas.

Las advertencias que hace 50 años nos hicieron los CAL en voz de Alfonso Beal permanecen desde aquel entonces. Lo que comenzó como un movimiento contra la Junta de Control Fiscal Federal el Verano del ’19, provocó la renuncia del gobernador colonial. “No importa cuándo leas esto” seguimos reclamando la reivindicación de Puerto Rico como nación soberana, que no se siga despojando al pueblo de sus haberes; que nos permitan desarrollar un proyecto de filosofía educativa que sea pertinente a nuestra sociedad; que cese el pillaje y la explotación, y que no nos sigan lanzando al mar.

Mi generación no convivió con los CAL, ni conoció a Alfoso Beal, pero nos corresponde estudiarlos para construir una historia de Puerto Rico nueva, digna, sin tapaderas coloniales, que presente los distintos procesos libertarios patrios; que continúe la labor de dejar al descubierto la represión de la que ha sido objeto y, sobre todo, que desenmascare a quien nos oprime como nación.

Hoy 2 de diciembre de 2019, en el cumpleaños 92 de Juan Mari Brás, su familia y amigos deben sentir el vacío que su ausencia física les ha dejado. Los admiradores de la obra del patriota comprendemos la vigencia del espíritu combativo que él y otros compañeros de lucha nos legaron que, aunque inconclusa, esa lucha sigue viva. Muestra de ello es el Verano del ‘19 cuando nuestro pueblo se levantó enérgica y exitosamente en repudio del tiranuelo de turno bajo la consigna cibernética “no importa cuándo leas esto, cáele a Fortaleza”. He escuchado decir que el Verano del ‘19 no fue más que un virus pasajero. Sépase que me enorgullece saber que fui parte del que por ahora ha sido el virus más contagioso del milenio.