Palabras de José E. Velázquez Lúyandaen el Tributo a Juan Mari Brás
celebrado en Nueva York el 15 de junio de 2013.
Buenas Tardes, Compañeras y Compañeros;
Estimados Familiares del Compañero Juan Mari Brás;
Quiero hablar por los puertorriqueños que nos hemos criado en los Estados Unidos del cariño que tenemos por la vida y obra del compañero Juan Mari Brás. Y voy a comenzar por una anécdota de la última vez que tuve el privilegio de compartir con Juan en un seminario en Brooklyn College que auspició el Comité de Puerto Rico en la ONU. En esa ocasión, uno de los estudiantes participantes pidió permiso para hablar en inglés. Uno de los compañeros de la vieja guardia indicó que era mejor que hablara en español. Juan contestó lo contrario, indicando que si no era porque él estaba fuera de práctica, él no tenía ningún problema en hablar en inglés. Seguidamente recordó que el español también fue un producto de la colonización sobre los indígenas y africanos. Le cuento esto porque para mi sintetiza el entendimiento de Juan sobre la realidad puertorriqueña en los Estados Unidos, y el carácter de flexibilidad y humanismo de este gran líder puertorriqueño, independentista, socialista e internacionalista. Es por eso que hoy hablaré en mis dos idiomas, en inglés y el español, el cual llegué a dominar en las filas del PSP.
I first met Juan Mari Brás in the summer of 1973, when along with Andres Torres, we were elected to the Central Committee of the PSP in Puerto Rico. This meeting coincided with the first time, at 21 years old, that I set foot on Puerto Rican soil. Ironically, I was going to Puerto Rico from Cuba where I had participated in a solidarity conference with Angola. So I kissed the ground and went off to the meeting of the Central Committee where I was to meet Juan Mari Brás and other leaders. To me, Juan Mari Brás was this great figure, probably unapproachable and a strict Stalinist. Nothing could be further from the truth. The man I met on that day with his classic white guayabera was kind, gentle, shy, with a great sense of humor, and definitely not a Stalinist. I remember how he and Julio Vives Vázquez, President of the PSP, were so apologetic that I came all this way, and the meeting that was scheduled for 12 pm was over an hour late in getting started. I learned then that in Puerto Rican time, 12 noon meant sometime after 12 pm, even in the ranks of the PSP.
In the following years, my experiences with Juan Mari grew as I went to Puerto Rico more often, and as he came to NY more often. As time is short, I would like to say that it was Juan Mari Brás, along with our beloved Ramón Arbona, who elevated the organization of Puerto Ricans in the United States to a strategic level in the programmatic concept of the PSP. Along with this, the solidarity of the people of the United States also became a strategic pillar. How can we forget the role that Juan Mari Brás played in the National Day of Solidarity with the Independence of PR at Madison Square Garden in October 1974; and his subsequent call for a celebration of a bicentennial without colonies on July 4, 1976, which became a rallying call for the entire North American Left. Juan Mari became a leader of stature for the Left in this country, and we can’t forget sometimes a target of attack by certain ultra-left organizations. Despite differences in the U.S. Branch on how we carried out these campaigns, the leadership exhibited by Juan Mari will forever be etched in the history of the struggle in the United States.
Y claro está, nunca olvidaré la respuesta del compañero JMB ante el asesinato de su hijo Chagui, en plena campaña electoral. Nuestra organización, nosotros todos, estábamos dispuestos a responder a este vil asesinato hasta las últimas consecuencias. Pero Juan reconoció lo que era un intento de provocación de las agencias de inteligencia de este país y nos llamó a la calma. Y eso me llevó a mis días como miembro de las Panteras Negras en los años sesenta en donde estas agencias sí fueron exitosas. Y me di cuenta que estábamos, con Juan Mari Brás, frente de un líder heroico y de gran envergadura.
Aún con los años de división en el seno del PSP para el fin de los setenta, la admiración, el respeto y la afinidad con el compañero Juan nunca fallaron. Les cuento una última anécdota de la misma reunión en Brooklyn College de que les hablaba anteriormente. En esa reunión yo indiqué que los avances de la solidaridad internacional también estaban limitados por nuestra falta al no convencer al pueblo puertorriqueño de la “necesidad y la posibilidad de la independencia.” Alguien señaló que eso era una visión pesimista. Juan y yo nos miramos y yo le señalé a los presentes que yo no podía ser pesimista porque yo fui miembro del PSP durante los años de la consigna “Independencia Ya, Socialismo Ahora Mismo.” Juan y yo nos reímos juntos; y esto es una de las memorias de Juan que conservaré siempre.
Por esto es que fue importante para mi hacer lo necesario para ir al entierro de Juan, y así fue. Pude conseguir un vuelo que llegaba a las 12 del medio día, muy tarde para la caravana desde San Juan. A esa hora, me recogió Doris Pizarro en el aeropuerto y nos tiramos para Mayagüez. Llegué a tiempo para escuchar varios de los líderes independentistas en la tribuna. En esa ocasión, por varias razones, no fue posible escuchar la voz de los puertorriqueños en los Estados Unidos en ese acto culminante. Hoy, con éste acto, declaramos que Juan Mari Brás está presente en el corazón de todo nuestro pueblo, en Puerto Rico y en Estados Unidos.
Hasta Siempre, Comandante.