Todavía es tan reciente el asesinato del presidente Salvador Allende, el golpe fascista de los generales chilenos y el despliegue brutal de fuerza represiva de los militares que apenas podemos contener el volcán de indignaciones que se anuda en todo nuestro ser, para intentar unas reflexiones objetivas. Pero debemos hacerlo, sobre todo frente a la infame conspiración de silencio y desinformaciones que llega desde Chile.

Es preciso que todo lector de CLARIDAD esté en guardia contra la desinformación en cuanto a la situación chilena  para poder orientar adecuadamente a nuestro pueblo. Desinformar es informar algo distinto a la realidad con el propósito de confundir y engañar. Es un truco muy usado por los déspotas y los tiranos.

Toda la información que proviene de fuentes oficiales de la junta golpista en Chile tiende a crear una cortina de humo que oculte unos hechos muy significativos.

El primero de esos hechos es que el presidente Salvador Allende fue asesinado por los militares golpistas. La cuadrilla de generales que asaltó el poder en Santiago ha difundido la mentira de que Allende se suicidó. Y ahora pretenden convalidar esa falsa especie con supuestas declaraciones de la viuda del presidente. No importa quién diga que dijo lo del suicidio, nadie debe creer tal cosa. Esas noticias vienen filtradas por la censura de la junta golpista. Ninguna noticia que provenga de Santiago por medio de cables directos en estos momentos puede merecernos plena confianza.

Los portavoces de la Unidad Popular, que es el gobierno legítimo de Chile, afirmaron en Buenos Aires que Allende fue asesinado y hasta nombraron al oficial de las fuerzas armadas que ejecutó el homicidio. Se sabe, además, que junto a él murieron Augusto Olivares, y sabemos que los dos eran capaces de morir heroicamente en el combate —como lo hicieron— y que su conciencia revolucionaria estaba muy por encima del nivel del suicidio.

A Allende lo asesinaron porque dondequiera que estuviera vivo llevaba consigo la fuerza moral del poder constituido, violentado por los golpistas. Pero como le temen también al enorme peso moral que cobra su figura de héroe, por encima de la muerte, tejieron la infamia del suicidio en vano intento de cortarle alas a la proyección que alcanza su personalidad.

El otro hecho que hay que tener claro es que en Chile se sigue combatiendo y que la junta golpista no ha logrado, a pesar de la brutalidad de su fuerza, contener la resistencia del pueblo. Se quiere dar la impresión de que ha cesado el combate y que los militares tienen al país bajo control. Eso no es así.

Los trabajadores chilenos no están cruzados de brazos. Los fascistas han asestado un golpe muy duro al proletario chileno y puede que tome tiempo en que las fuerzas de la unidad popular se reconstituyan para golpear en todo su potencial. Pero la vanguardia de esa fuerza obrera ya inició la lucha contra los golpistas. La inmolación del presidente Allende sentó un ejemplo que tiene más proyección que todos los discursos que hizo en vida el ilustre líder desaparecido. Ese ejemplo ha tenido repercusión inmediata en todo Chile. Hay centenares de fábricas tomadas por los obreros donde se está peleando por mantener el poder popular. El propio cardenal de la Iglesia Católica, en su mensaje típicamente farisaico invocando la paz y hermandad entre los chilenos, habla de detener la sangre que se sigue derramando por militares y civiles en la capital y el interior del país.

El proceso revolucionario chileno ha entrado definitivamente en una nueva fase, precipitada por el golpe fascista. La polémica sobre el curso estratégico entre los  grupos de la unidad popular ha quedado trascendida. Ya no hay diferendos entre la izquierda. Todos entienden al nivel de hoy que la única salida es la lucha armada. Y se ha iniciado la guerra popular. Ella seguirá su curso. La guerra popular que ya está librando el pueblo chileno podría ser el inicio de la guerra popular latinoamericana en dimensión continental. Ciertamente, es hoy el muro de contención que opone su fuerza al avance del fascismo en nuestra América. Por eso esa guerra será de toda América Latina.

La figura heroica de Salvador Allende y la lucha de pueblo chileno seguirán ganando estatura histórica según pasen los días, las semanas y los meses.

 


Comentario Político, publicado en CLARIDAD el 18 de septiembre de 1973