La década de los años sesenta fue muy intensa en actividad patriótica en Puerto Rico. La intensidad del esfuerzo estuvo unida a la más amplia incorporación de los sectores periféricos del independentismo a actividades que convergieran en un propósito común de todos: la reconstrucción del movimiento independentista luego del colapso del Partido Nacionalista y el Partido Independentista, reducidos ambos a pequeños grupos de gente valiosa y perseverante que insistían en sus lealtades incondicionales a las organizaciones en que habían desbordado generosamente sus acciones revolucionarias y políticas durante los años cuarenta y cincuenta.
Las puntas de lanza de ese esfuerzo reconstructivo -lo hemos repetido en bastantes ocasiones ya- fueron la FUPI, fundada en 1956 y el MPI, fundado en 1959. Pero ninguna de estas dos organizaciones, ni estas juntas con los remanentes organizativos del PN y el PIP, podían echarse encima una tarea tan gigantesca como la de hacer resurgir el movimiento independentista. Sobre todo, luego de que Luis Muñoz Marín proclamara, tras la pérdida de la franquicia electoral del PIP en 1960, que el independentismo había dejado de ser un problema político “y de ahora en adelante se reducirá a ser un problema policíaco.” Nunca, ni antes, ni después, había desvariado tanto el fundador del Partido Popular y del estado libre asociado en su ruta de renunciaciones como lo hizo con ese pronunciamiento.
Aquella amenaza, dicha por el dirigente del Gobierno y el partido inmensamente mayoritario del país, fue la base del carpeteo generalizado por la Policía de Puerto Rico. Y lo que es peor, el apoyo al programa de persecución sistemática del independentismo y el autonomismo puertorriqueño por parte del FBI bajo el nombre de Cointelpro.
El agravamiento de la represión antipatriótica tuvo -como todo proceso represivo- un costo político para el gobierno norteamericano en Puerto Rico y sus cómplices del patio: el gobierno del ELA y el PPD. Muchos populares que honradamente creían que en ese partido se adelantaría la causa autonomista, como un paso hacia la independencia, se movieron hacia el independentismo en protesta por aquellas persecuciones. Una de las más prominentes figuras en realizar ese cambio cualitativo en su perspectiva y acción fue Piri Fernández de Lewis.
Se trata de una mujer de extraordinario talento, de capacidades teatrales insuperables, de un dinamismo energético impresionante y de una dulzura y don de gentes en el teatro con las personas de todos los sectores y clases sociales, que imprimen un gran carisma a su liderato.
El patriotismo se le sale por los poros en toda ocasión propicia. Lo había heredado de los genes de su señora madre, Doña Ernestina Cerra de Fernández, quien fue, la única mujer puertorriqueña que renunció a la ciudadanía de Estados Unidos cuando la Ley Jones de 1917 dio esa opción a los puertorriqueños que lo hicieran juramentando documentos al efecto dentro de los seis meses subsiguientes a la vigencia de la ley.
Así, Piri fue inspirada y primera presidenta del Congreso Anticolonial que integraron personalidades y personas comunes de distintas orientaciones ideológicas como Yamil Galib, José Milton Soltero, Nilita Vientós Gastón y muchos otros. El Congreso Anticolonial fue la primera organización unitaria que iba más allá del independentismo activo. Fue a Naciones Unidas durante los primeros años de la década del sesenta a pedir la discusión del caso colonial de Puerto Rico en el Comité Especial de Descolonización, creado en 1962 para trabajar en la aplicación de la Declaración por la Independencia de Pueblos y Países Coloniales (Resolución 1514-XV) de la Asamblea General de la ONU.
Fueron muchas las horas que pasaron junto a Piri, José Milton, Yamil y Nilita, en los pasillos del edificio de la Asam-blea General y el salón de delegados, buscando y entrevistando delegados de distintos países para pedirles su apoyo al caso de Puerto Rico. El dominio que tiene Piri del idioma francés, que ha sido desde la fundación de la ONU uno de los principales idiomas de trabajo de esa organización internacional, fue de muchísima utilidad para todos nosotros cuando nos enfrentábamos a delegaciones francófonas.
Años después, cuando fue preciso establecer una organización coordinadora de los trabajos en Naciones Unidas al fundarse el Comité de Puerto Rico en la ONU, que hoy preside la compañera Wilma Reverón Collazo y de la que es directora ejecutiva la compañera Olga Sanabria Dávila, Piri Fernández de Lewis fue su primera presidenta. En tal función le tocó, entre otras importantes tareas, organizar un homenaje al presidente de la Asamblea General de la ONU en abril de 1965, el embajador de Ghana, Alex Quiason Saki.
Al iniciarse la lucha contra el servicio militar obligatorio en Puerto Rico, el primer boricua de la nueva lucha que desafío esa ley negándose a ingresar en las Fuerzas Armadas norteamericanas para unirse a la agresión de Vietnam, fue Sixto Arvelo, quien hoy es un prestigioso dirigente sindical. A Piri Fernández de Lewis le tocó la presidencia del Comité de Defensa de Sixto Arvelo.
En esa función, con infraestructura salida de su propio peculio (guagua y sistema de altoparlantes), fuimos por todo el país movilizando la solidaridad con el joven trabajador acusado por violar la ley federal del servicio militar obligatorio. Fue en esa campaña que a Piri se le ocurrió que divulgáramos La Borinqueña con la letra original de Lola Rodríguez de Tió, la cual no se utilizaba entonces por ninguna de las organizaciones independentistas.
Piri trabajó un arreglo, acortando la letra de Lola, pero sin cambiar en forma alguna el mensaje revolucionario, y esa letra se imprimió en miles de copias que llevábamos y distribuíamos en los micro mítines y otras actividades que realizaba el Comité Arvelo por todo el país. Como los líderes del PIP de entonces eran Rubén Berríos y Carlos Gallisá, éstos llevaron la versión de Piri de la letra de Lola al nuevo PIP de entonces, así como lo hicimos nosotros en el MPI. De esa manera, los independentistas dejamos de cantar la letra monga de Fernández Juncos y cantamos por todos los sitios, la combativa letra de Lola Rodríguez de Tió.
La militancia de Piri en las luchas patrióticas se ha proyectado a todo lo largo de las décadas desde los sesenta hasta el presente. Con cargos directivos o sin ellos, su persona siempre ha sido un factor aglutinador del movimiento patriótico. Su casa, y en particular la hermosa terraza del tercer piso, ha sido sitio de reunión y casa de protocolo para recibir visitantes distinguidos del extranjero, siempre al amparo de la hospitalidad y las atenciones esmeradas de Piri, mientras vivió, de su inolvidable Bob Lewis.
En la campaña electoral de 1980, Piri Fernández de Lewis aceptó la presidencia de un comité amplio, creado en reunión celebrada en el Colegio de Abogados en apoyo de las candidaturas de Carlos Gallisá a la Cámara y del que esto escribe al Senado por acumulación. Volvimos a viajar por toda la Isla acompañados por Piri y ella fue atractivo principalísimo de nuestra tribuna rodante. Llevamos aquella campaña dirigida a enseñar a los puertorriqueños de otros partidos a escoger, en una misma papeleta, el gobierno y la oposición. El éxito de aquella campaña fue evidente. Tanto Gallisá como yo sacamos sobre ochenta mil votos contados, que era deiceiséis veces más de los que sacó el Partido Socialista por el que estábamos postulados. Aquella fórmula prácticamente nos dio la elección, a no ser por las manipulaciones e irregularidades de la cúpula del PNP, no nos contaban los votos de los que ponían la cruz debajo y no al lado de nuestros nombres. Aunque, al llevar el caso al Tribunal Supremo, lo ganamos, éste, aplicando una insólita norma de pragmatismo jurídico, y completamente ajeno a la función judicial, ordenó que no contaran los votos que ya se habían contado, sino que la decisión se aplicara únicamente en forma prospectiva. Como ya estaban en la fase final del conteo, el triunfo jurídico fue, en realidad, pírrico. Lo que no puede negarse es que la campaña dirigida por Piri abrió un camino que, posteriormente, han seguido los candidatos legislativos del PIP para asegurar, en cada elección, un escaño en cada cámara.
Cuando hablamos de la resurrección del movimiento independentista puertorriqueño en esa décadas que marcan lo que hemos llamado la nueva lucha de independencia, gran parte del mérito de esa hazaña tan crucial para el porvenir de esta patria, debemos reconocerlo a quien fue una figura central, protagónica, de ese gran despertar: Piri Fernández de Lewis.
Por eso, me uno de todo corazón al homenaje que se le rinde y pido a mis compatriotas que elevemos su nombre al salón de la fama de la patria, que ya es tiempo de crearlo.
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En Rojo, agosto del 2003.