Es curioso. Cada vez que se acerca el once de enero la figura de Bernardo Vega es la que más asocio con los orígenes de al nueva lucha. Sin embargo, el viejo Vega no estuvo en Mayagüez cuando se fundó el MPI. Creo que ni siquiera había regresado a Puerto Rico para esos días y yo no le conocía aún. Pero no hay nadie  -vivo o muerto- que representar con mayor fidelidad el espíritu renovador del Movimiento Pro Independentista que él.
Bernardo Vega regresó a Puerto Rico a la edad de setenta y cuatro años, a principios de 1959. Venía de un largo peregrinaje de más de medio siglo por tierras norteamericanas. Allá se había desarrollado su inclinación de trotamundos en múltiples idas y venidas por las ciudades del sur, el noreste y hasta el lejano oeste. Trabajó en tabaquerías de la Florida, Nueva York y California. Fundó periódicos y revistas. Cultivó la tertulia con varias generaciones de jóvenes y viejos, puertorriqueños, norteamericanos y de muchos sitios del mundo. Se formó en el marxismo y -sobre todo- en esa ciencia de la vida que como tantos jíbaros el llamaba -mundología-. Su última gran actividad política, pensó él, fue la campaña del tercer partido por llevar a Henry Wallace a la presidencia de Estados Unidos en 1948. Después -durante los años cincuenta- hizo varios intentos de regreso definitivo a su tierra, pero no fue hasta el -59 que logró quedarse aquí.
Pensaba que venía a descansar. El primero de marzo de 1959 le escribía desde San Juan a su amiga Ada Morales, en Nueva York, lo siguientes: “Todavía no he hecho nada -solamente viajar por la Isla y comer. Pronto tendré que empezar a mejorar mi economía, la cual está un poco deteriorada. Me parece que me afincaré definitivamente en nuestra Isla. Está llegando la hora del descanso. Ya deben terminar los viajes y las fatigas. La persona física está agotada. Menos mal que la parte espiritual está completamente joven. Todavía sueño”
Acercó en lo del regreso definitivo más no en el descanso, ni en el cese de los viajes y las fatigas. Quizás una pocas semanas después de haber escrito esa carta, nos conocimos Bernardo y yo. Fue una reunión en casa de don José A. Cedeño, donde se reunía un grupo de independentistas de Puerto Nuevo para iniciar la organización de la misión del MPI en ese sector capitalino. Recuerdo que me impresionó su comentario, luego de mi intervención en la cual expliqué los fundamentos de la organización del MPI. Pidió la palabra y dirigiéndose a mí, dijo más o menos lo siguiente: “Tú eres un gran optimista. Sólo con una gran dosis de optimismo se puede empezar a rehacer la lucha de independencia de nuestra patria. Yo estoy viejo y cansado, pero; al igual que tú, soy un optimista sin remedio. Cuenten conmigo para la que pueda ayudar en esta obra”.
Aquellas sencillas palabras sellaron el compromiso que llevaría al viejo Vega a consagrar los últimos seis años de su existencia, hasta el momento mismo de su muerte, a levantar las bases organizativas de la Nueva Lucha. En ese empeño, recorrimos juntos todos los rincones de este país. Don Bernardo fue Secretario de Organización del MPI y en el desempeño de sus funciones volvió por los caminos de su primera juventud -cuando había participado en la organización del Partido Socialista- en continua actividad organizativa.
Su ánimo renovador fue una influencia definitiva en moldear la nueva lucha. Nadie podía compenetrarse mejor que él de las inquietudes y afanes de la juventud combativa que se nucleaba en la FUPI y el MPI por aquellos días. Su casa y chinchal de tabaquería en la urbanización Santiago Iglesias fueron un hervidero de conversatorios patrióticos y revolucionarios, adonde acudíamos con frecuencia a cargar los ánimos alicaídos, en los momentos de ambivalencia. El siempre estuvo claro de cuáles serían los rumbos de este movimiento. No son pocas las veces que un acontecimiento, una huelga, una tensión de las que se han sucedió en los años desde su muerte, nos hace evocar sus premoniciones, su sentir, satisfechos, que aquel viejo tuvo una ante-visión casi exacta de los caminos que hoy estamos recorriendo.
Cuando él pensaba que había llegado a descansar a su patria, la vida le tenía reservada el ofrendarle una de sus mayores contribuciones, la de inspirar, con el ejemplo, a toda una generación de luchadores a reconstruir las bases y las perspectivas de nuestro forcejeo centenario.

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Comentario político de CLARIDAD el 7 de enero de 1975.