Ha pasado un año de cuando muriera uno de los hombres más importantes en la historia de Puerto Rico.
Bastaría con decir que en 1996, sin ser ciudadano de los Estados Unidos, o sea como nacional puertorriqueño y portando un pasaporte boricua VOTÓ en las elecciones generales de esta colonia identificada con el título altisonante de Estado Libre Asociado.Nadie había hecho eso.
Y el Juez Hermida hizo valer ese voto impugnado por la Dra. Miriam Ramírez en un tribunal competente.
Lo conocí a mediados de la década del 1960 en mi casa ubicada en el Barrio Caimito en ocasión de reunirse alli el grupo de Vanguardia Popular que denunciaba el plan del gobierno para la explotación de minas de cobre en Adjuntas y Utuado. A ese movimiento de protesta se unió el MPI y Juan Mari Bras lo representaba en esa reunión.
Compañias estadunidenses pretendían el saqueo de nuestra riqueza mineral con consecuencias funestas para el ambiente isleño. Esa batalla se ganó; ahora enfrentamos la amenaza del Gaseoducto.
Admiraba a Mari Bras por sus convicciones humanísticas y patrióticas 'que defendía con sabiduría y tesón en sus escritos, discursos y comparecencias en todos los escenarios políticos locales e internacionales. Pero fue cuando en 1993 renuncié a la ciudadanía 'americana' en declaración jurada, para hacer valer mi nacionalidad puertorriqueña, que intimé con la persona que tanto había admirado. En los actos de ese año en Lares insté a los independentistas a renunciar al US citizenship y unas 300 personas lo hicieron en las oficinas del Lcdo Garrastegui. Uno de ellos lo fue Juan Mari Bras.
En un aparte conmigo en la tribuna de Lares Mari Bras calificó mi iniciativa como un acto revolucionario que atacaba la médula del colonialismo que asfixiaba las ansias libertarias de los puertorriqueños.
Con ese estímulo y el de patriotas como Gallisá, Gilberto Gerena y Julio Muriente, organizamos una asamblea de renunciantes que se hizo en noviembre en el Teatro Liberty de Quebradillas y alli se expidieron más de 350 pasaportes boricuas. Lo otorgaba un movimiento ad hoc bautizado como Unión Nacional Pro Patria - siglas U.N.A.
En esa asamblea Juan Mari Bras fue el orador principal. Juan no le fallaba nunca a ningún grupo independentista con el apoyo de su esposa Marta y su familia. Meses después de esa reunión en Quebradillas me hizo saber que se proponía lo que él llamó un 'experimento jurídico' para confrontar al gobierno de los Estados Unidos con la naturaleza imperialista de las Leyes de Inmigración en la que se destacaba el desprecio absoluto por la nacionalidad puertorriqueña que se rubricaba con el Carimbo de la ciudadanía 'americana' impuesta en 1917 como marca de la esclavitud colonial.
Habiendo estudiado ese paso de someterme al proceso de renuncia que exigía esa ley congresional de Inmigración, la rechazaba por dos razones: rehusaba acatar una ley de un cuerpo político que no representaba a los puertorriqueños y segundo porque no creía que el State Department le aceptaría a Juan esa renuncia sabiendo que el renunciante pretendía regresar a vivir y a trabajar en Puerto Rico. El desafío a la jurisdicción federal era muy obvio y contundente.
Dándome alguna razón en mi primer planteamiento, al segundo, el maestro contestaría: “ Ya veremos”.
Por esa misma ruta siguió el artista Pablo Marcano y en cuestión de un año ambos recibieron una carta del State Department ACEPTÁNDOLE la renuncia que hacía a ambos, según la propia ley del imperio, exclusivamente ciudadanos de Puerto Rico y por ende hombres libres.
Pero el movimiento de renuncia a la ciudadanía ámericana', primer mandamiento para cualquier boricua que sea independentista, recibió tremendo impulso cuando Juan Mari Bras no solamente volvió a su residencia en Puerto Rico sino que pudo seguir ejerciendo su profesión de abogado y en 1996 su voto por el PIP en las elecciones generales de ese año fue validado.
Siguiendo el ejemplo de Mari Bras y Marcano, patriotas como Alberto Lozada y un grupo de aguadillanos encabezado por Carlos Delgado LaSalle invadieron la embajada de Estados Unidos en Santo Domingo para hacer exactamente lo que había hecho Juan en la embajada venezolana.
Fue entonces,(1997),cuando el embajador norteamericano informó a Washington que los puertorriqueños estaban “ renunciando en masa a la ciudadanía 'americana” que el gobierno yanki cayó en cuenta de que se había abierto una enorme 'caja de Pandora' de la que salían todas las monstruosidades del colonialismo al que se había sometido al Pueblo puertorriqueño. Y vino la orden de que no se les aceptara la renuncia a los peticionarios; orden que NO TENÍA BASE LEGAL según lo dispuesto en la propia legislación federal de inmigración.
Enseguida, los federales le escribieron a Mari Bras y a Marcano REVOCÁNDOLE la aceptación de la renuncia, carta que Juan Mari Bras echó al zafacón.
Sorpresa inexplicable y desagradable para mi fue y ha sido la total indiferencia del liderato independentista hacia la renuncia de la ciudadanía 'americana' por el puertorriqueño con el fin de hacerse ciudadano de su nacionalidad y de un pasaporte que lo identifique como tal. Porque el puertorriqueño no puede ser un hombre libre mientras sea ciudadano de los Estados Unidos en negación expresa de su nacionalidad.
Asi lo pensaba Juan Mari Bras que, en aras de la unidad independentista, se abstuvo de recriminar al PIP y sus líderes por su desprecio a la idea y siempre, cuando votó, votó por Rubén Berríos y su ideal.
Yo, a un año de habernos dejado Juan, emplazo a los Berríos, Dalmau, Martín et al a que sigan el ejemplo de Mari Bras.